Pues bien, un dia Don Beto amaneció con la inquietud de que necesitaba comprar una carretilla, comenzó a calcular el costo de adquirirla y transportarla hasta su hogar en Jáltipan. ¿Cuanto me costará? -se preguntaba-. Al ver la desazon que le invadía por adquirir esa carretilla, su esposa, mujer venerable, le dijo: Beto, ¿para que quieres una carretilla si nunca hemos necesitado una? Ay Tila, respondió Don Beto, ¿no ves que los vecinos siempre vienen a pedir una prestada y no tenemos que prestarles? no podemos quedarles mal, por eso necesito adquirir una para que cuando vengan a pedir nosotros tengamos que prestarles.
Así era Don Beto, generoso con los demás.
Al tiempo.